El rock sinfónico tiene su base en la valoración y el desarrollo de la música instrumental muy influenciada por el jazz y la música clásica a diferencia del pop, el rock o el metal. En el rock sinfónico el vocalista es una parte más del conjunto pudiendo ser sustituido del grupo sin problemas y manteniendo dicho grupo su esencia. Casos ha habido a montones como Genesis, Yes o King Crimson. El pop, rock o metal es otra cosa, no es mejor ni peor simplemente es otra cosa porque su base radica en el carisma y la calidad del vocalista y si un grupo de estas características pierde al vocalista muy difícilmente va a sobrevivir. The Beatles sin John Lennon, Rolling Stones, Queen, Scorpions, Police, U2, Héroes del Silencio, Depeche Mode, Evanescence o Metallica no serían lo que son sin sus vocalistas.
Agunos han dicho por ahí que Oldfield es un Ser Supremo independiente, un Iluminado que siempre ha hecho lo que ha querido y que no va con modas. Oldfield nació, vivió y se desarrolló con el rock sinfónico y su espíritu está vinculado a él.
Hacer un disco de pop-rock dándole todo el peso a un vocalista desconocido (no es John Anderson) y dedicarse en exclusiva a arreglos de producción y melodías pegadizas es una traición a sus orígenes y su pasado. Es un disco involutivo que no aporta nada ni a su música ni a la música en general.
Lo único positivo es que ha regresado al mundo de la música y se ha divertido, lo ha pasado bien y eso es importante. Ahora toca esperar y que recobre el sentido de sus orígenes y produzca un Tubular Bells IV.