Como comentaba con anterioridad, a parte de la intensidad y la fuerza del sonido de esta gira, me sorprendió gratamente la puesta en escena. Incialmente sencilla y sobría si la comparamos con los grandes espectáculos al aire libre de Jean Michel, pero muy trabajada en cuanto a la iluminación (en torno a unos 30 proyectores robotizados programados a la perfección sobre los músicos y los sintetizadores) y detalles escénicos como el espejo que desciende en oxygene IV que ofrece una panorámica espectacular de los músicos y de parte de la sala durante el concierto. Solo hubiera faltado tocar algunos temas más, por ejemplo, de equinoxe, para así poder aprovechar el arsenal analógico que tenía en el escenario.