Hola de nuevo, amigo Zopón.
Verás, te pasa lo que al 99,9 % de la población mundial (por supuesto me incluyo).
Cuando estrenamos algo (un coche, unos muebles, una novia), suele despertarse en nosotros un inmenso deseo de conservación, que choca permanentemente con los peligros y la vorágine del día a día. Esta sensación se acrecienta todavía más si dicho objeto es adquirido con nuestros dineros, que tanto nos cuesta conseguir.
Ante esto sólo nos queda relajarnos, asumir que las cosas se desgastan, e incluso se rompen, y tratar de conceder un papel secundario a lo material.
Por cierto, deseo, amigo Zopón, que tu vuelta al trabajo no haya sido especialmente traumática.