Este jueves terminé de leer
Mil soles espléndidos y, pese a mis reticencias, me ha resultado una novela ágil, de fácil lectura, sin grandes pretensiones pero muy correcta y que va dosificando muy bien los aspectos históricos que afectan a Afganistán y, ante todo, a Kabul desde la invasión soviética hasta nuestros días. Lo peor de leerlo ha venido por la sobredosis que llevo de novelas sobre sultanas, burkas y otras historias

Hay vejaciones de género, amparadas en costumbres religiosas o culturales, que me pueden y hacen que se me lleven los demonios
